Mérida, 1912, en un pueblo llamado La Parroquia, un conglomerado de sus habitantes procedentes de los poblados cercanos se dan cita en el punto mas alto este para dar inicio a una de las mas puras expresiones del sincretismo cristianismo, la cachucha y con el tiempo la Pasión Viviente.
En un intento de revivir el rito, la creencia se transmuta en un sin fin de expresiones corpóreas que se van apoderando del espacio, hasta lograr describir un orden cívico como fue al inicio de esta, el centro de la manifestación es la adoración del santo sepulcro se le rinden todos los honores y por este se genera el acto ritual en si.
La cívica nos denota esa urgencia del ser por encontrar un camino a Dios, la adoración del icono como imposición y su aceptación se presenta sin mayores traumas dentro de las poblaciones andinas venezolanas, donde se guarda especial y místico celo "ante los hechos de dios", el espacio, el medio y la forma conforman el entorno mágico donde concebir este tipo de manifestaciones es común.
La imagen como entidad divina se apodera de las sensaciones, acciones del individuo hasta el punto de regir sus designios, como un marca pasos determina y condiciona las acciones. sociedad creyente y devota a un Dios que responde fielmente a sus ruegos, a las necesidades como no aceptar la posibilidad tangible de una manifestación de gracias, el sacrificio, el honor de ser protagonista del sacrificio, pero mucho mas el sacrificio colectivo y sus vertientes. La sensación del yo puro, contacto directo con ese dios lejano pero omnipotente ante nuestra equivoca irreverencia, el no asumir su presencia como la entidad global, es el manto que nos cubre.
Cuando niño me preguntaba ¿cual es la finalidad de amanecer velando al santo sepulcro?, simplemente es parte de la estructura devocional, es comprender la idea del sacrificio a través de este. todos los años desde 1912, los romanos de la pasión viviente asumen el rito de la custodia del santo sepulcro en la capilla de san expedito a la entrada del pueblo como pieza fundamental del culto icnográfico.
La distribución por mérito y constancia describen un punto fundamental en la tradición, los centuriones a los cuales pertenezco adquieren esta denominación por méritos y dedicación en pro de la conservación y preservación de la tradición, los soldados colaboradores dolientes, creyentes cautivos conforman el conglomerado primordial de la pasión, la banda genera la atmósfera o ambientación sonora, la presencia del rito, la ruptura del tiempo la inamovilidad de la creencia, los fariseos, los niños que juegan con ella y la custodia del mito como un transparente Doña Carmen, todo este eje de personas que sin ningún interés mas que el deseo de demostrar su fe, llegan aquí como en 1912 pero con la diferencia de que no proceden de los poblados circunvecinos sino que vienen de toda nuestra geografía nacional para santificar por una semana un lugar de Mérida llamado La Parroquia Santiago de la Punta.
Al final no se si asumir el rito que ya vive en mi, plasmado en mi subconsciente, lo asumo y me declaro devoto fiel a esta creencia, soy un cristiano sincrético irreverente por lo cual no puedo aceptar lo que mi irracionalidad plantea, no puedo ser cultor de una adoración que no me pertenece, de un traspuesto absurdo que transgrede mi identidad ¿Porque la imposición per-se?

Incorporar el discurso de la capilla de San Expedito a una interconexión virtual entre la pasión y el tiempo (Semana Santa), se remite a un espacio en el cual el medio, la imagen y la palabra se asocian a un eje universal, donde el artesano se confronta con su realidad inmediata, es un homenaje a esa porción de historia que se mantiene inalterable del contexto. Formando parte innegablemente de la estructura conceptual del mediador. confrontar San Expedito es enfrentar el discurso que determina una reformulación del concepto y de la obra como registro de la totalidad, marca y determina la identidad del brujo. (El hacedor de la imagen).